Captítulo 1 - Alternancia
Todo era oscuridad y la necesidad de correr se apoderaba de mí ser, pero era inútil. Una fuerza que desconozco mantiene mis pies pegados al suelo. Por más que lucho con todas mis fuerzas no logro moverme. Grito. Grito y siento que mi garganta se desgarra. Las lágrimas corren por mi rostro como lluvia invernal. No logro ver nada a mí alrededor pero sé que él está allí. Su presencia aprieta mi pecho y la desesperación aumenta.
- No podrás deshacerte de mí jamás – susurra tosca y gravemente en mi oído – no me iré hasta verte muerta. – mi cuerpo se congela al escúchalo.
Su figura oscura y deforme empieza a envolverme. No puedo respirar, no puedo moverme, pero debo luchar, quiero que esto se acabe. ¡Ayuda! ¡Ayuda! Pero esa palabras solo retumban en mi mente como un grito sordo. Es tan grande y está en todos lados, la oscuridad es su hogar y ahora también pesa en mi cuerpo.
- ¡SUFRE! – grita con rabia. Su voz profunda y oscura revienta mi oídos - ¡ERES MIA!
- ¡AH! – Grito con todo lo que me queda de fuerza. Grito y mis pulmones sufren, mi garganta vibra, retumba en todos lados.
- ¡LU!, ¡LU! ¡DESPIERTA, ESTAS TEMBLANDO! ¡DIOS MIO, DESPIERTA!
Mi cuerpo salta. Mi respiración está agitada. Veo a Sofía con una expresión de horror en su rostro. Me siento en mi cama, se siente húmeda. Toco mi rostro, está todo empapado.
- ¡MALDITA SEA LUNA! TIENES QUE DEJAR DE TENER ESOS SUEÑOS DE MIERDA. NO SÉ CUANTO MÁS PODRÉ SOPORTAR ESTÓ. – se cubre la cara mientras grita.
Mi pobre compañera de cuarto ha estado despertándome de la misma manera durante ya casi dos semanas seguidas. Antes esto solo ocurría una vez cada tres meses o algo así. Aun no entiendo por qué ahora ocurre tan seguido.
- Discúlpame, Sof. No entiendo por qué pasa esto. – me seco la cara con mis manos. Realmente parece como si me hubiera duchado con mi pijama. Estoy empapada.
- Luna… - suspira – tenemos que hacer algo al respecto, enserio me preocupas amiga. – Posa su mano en mi rostro. Sofía tiene mi edad pero siempre se ha comportado como una madre conmigo.
- Ya van a pasar, lo prometo. Solo son pesadillas.
- No lo sé, Lu. Me parece que esta vez es diferente. – sus mirada emana preocupación, pura y absoluta preocupación sincera.
- Ya, Sof. Me asustas. – aparto la vista. Esa mirada me incomoda. Me hace sentir como un bicho raro. – Déjame bajar del camarote, tengo que ducharme.
- Ah. Sí, disculpa. – se aleja. Creo que se dio cuenta de lo incomoda que me siento. – Voy a preparar el desayuno, ¿sí? – se dirige hacia la puerta de la habitación aun pensativa – No te demores.
- Ya, ya. –digo si ganas.
Tomo mi toalla y me dirijo al cuarto de baño. Abro llave de la regadera, dejo correr el agua. Su sonido siempre logra relajarme. Volteo al espejo que cubre la mitad de la pared. ¿Qué es lo que ocurre conmigo? Me miró fijamente. Mis ojos color café, grandes, redondos y con las pestañas onduladas como las de mi padre. Mis labios rojos y ligeramente gruesos. Mi tez clara, cabello ondulado y pelirojo. Todo lo que veo está en su lugar. Mi cuerpo es delgado y alargado. Tengo los pechos y caderas grandes gracias a mi madre. Esta soy yo. Enteramente yo, no veo nada raro en mí. Sigo igual que siempre. Pero porque siento que algo está cambiando, que hay algo distinto en mí que no logro descifrar o encontrar. Me veo y sé que soy yo pero a la vez no me encuentro en ese reflejo. Debo dejar de pensar en tonterías. ¡Bañarte ya, Luna! Me ordeno mentalmente y entro en la ducha.

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